Madera de níspero
Denso y duro, pero flexible.
El árbol de Níspero
Mespilus germanica, comúnmente llamado níspero, níspero europeo, es un árbol frutal que produce un fruto llamado níspero.
A pesar de que su nombre latino hace referencia a Germania, es originario de Asia Menor y el sudeste de Europa, y fue llevado a Alemania por los romanos.
El níspero ya se cultivaba hace unos tres mil años en la región del mar Caspio. Hacia el año 700 a.C. llegó a Grecia, extendiéndose a Roma alrededor del año 200 a. C., convirtiéndose en un importante cultivo frutal durante el Imperio romano y la Edad Media, debido principalmente a sus propiedades medicinales a nivel intestinal.
La madera del níspero es de muy lento crecimiento y el resultado es una madera dura pero flexible al mismo tiempo, lo que la hace muy especial, ya que las maderas duras en general no son flexibles y se rompen. En consecuencia, la madera del níspero es muy apropiada para hacer un bastón.

Cómo se marca la madera de níspero para fabricar Makilas
En este vídeo se muestra una de las fases más especiales de la fabricación de makilas: el proceso de escarificación o tatuaje en las ramas de madera de níspero. Durante la primavera, el artesano realiza pequeñas incisiones sobre las ramas más adecuadas del árbol. Con el paso del tiempo, el propio árbol cicatriza y genera un relieve natural que dará a cada makila artesanal su diseño único e irrepetible.
Meses más tarde, en invierno, se seleccionan y recogen cuidadosamente las ramas marcadas para llevarlas al taller. Allí comienza un laborioso trabajo: se calientan en horno, se descortezan y se enderezan varias veces. El secado de los palos de níspero es un proceso lento que puede prolongarse entre 5 y 10 años, garantizando así la resistencia, durabilidad y calidad que caracterizan al bastón tradicional vasco.
El níspero marcado es, sin duda, la principal característica que distingue a la makila vasca frente a cualquier otro bastón artesanal en el mundo. Este relieve natural no existe en bastones de otras culturas, lo que convierte a la makila en un objeto de identidad y artesanía vasca única.
Cada año, este trabajo depende directamente de la naturaleza: los inviernos fríos, los años secos o lluviosos influyen en el resultado, haciendo que cada makila artesanal conserve el alma del paisaje vasco y de la tierra de donde procede.

